RASHOMON
“Men are weak and they lie, even to themselves”
Rashomon, 1950
“Rashomon. It's more than just a movie. The word has come into a language now”
Fay Kanin, co-autor de una adaptación de Rashomon en 1959
Kioto siglo XII. Las ruinas del antiguo templo de Rashomon están siendo azotadas por una fuerte tormenta. Dentro del santuario, un sacerdote, un leñador y un peregrino se guarecen de la lluvia mientras intentan comprender el inquietante acontecimiento que ha ocurrido recientemente en un bosque cercano: una mujer ha sido violada y su marido asesinado por razones desconocidas. Los hechos acaecidos no son fáciles de entender. Las declaraciones de los cuatro implicados en el homicidio desfilan en un juicio cuyo máximo juez es una cámara cinematográfica- y por extensión el espectador- y en el que la verdad queda escondida y manipulada constantemente por los declarantes. La acción retrocede cuatro veces en el tiempo para escuchar a los implicados contar el mismo hecho desde sus diferentes perspectivas, algo que no hace más que añadir incertidumbre a los tres personajes guarecidos en el templo de Rashomon y que intentan dilucidar la verdad sin lograrlo. Las versiones de los testigos son contradictorias. Todo apunta a que alguno de los implicados -o tal vez todos- esté mintiendo. ¿Qué es lo que ha ocurrido exactamente en el bosque? ¿Quién de ellos miente? ¿Es que acaso nadie dice la verdad?
Este atractivo argumento inicial bien podría ser el comienzo de un blockbuster judicial o un reciente thriller americano. Sin embargo, puede sorprender al espectador medio del siglo XXI que este planteamiento sea el arranque de una película del año 1950 titulada Rashomon, del director japonés Akira Kurosawa y que es, además, una adaptación literaria de dos relatos literarios. Esta película representa la universalidad, tanto geográfica como temporal, de la obra del japonés Kurosawa. En el fondo, de la universalidad y potencialidad del lenguaje audiovisual.
Una de las cuestiones más interesantes de Rashomon y que llamó desde el principio la atención de la crítica especializada es cómo estaba contada la historia. Es concreto, la experimentación del tiempo cinematográfico y de la perspectiva. En la década de los 50, este filme se asoció principalmente con la más arriesgada de las vanguardias por el uso revolucionario de una narración basada en múltiples enfoques. Estaba contada a través de varios flashbacks que ponían en evidencia cómo las particulares miradas de los personajes sobre un mismo hecho no contenían la verdad de lo ocurrido. Es decir, se ponía en tela de juicio lo mostrado visualmente por la cámara ya que los relatos contados estaban manipulados por los intereses de sus emisores.
Sin embargo, el lenguaje audiovisual perdería toda su fuerza si nos encontráramos únicamente ante fuegos de artificio, innovación visual y experimentación sin un trasfondo, algo que, por otro lado, ocurre en demasiadas ocasiones en los productos audiovisuales actuales. No es el caso de Rashomon. En concreto, este uso del tratamiento del tiempo tan rompedor en su momento está al servicio de la transmisión de una profunda realidad: la descripción de la compleja naturaleza humana, que se muestra a la audiencia la mayor parte de la película ambigua, egoísta, y en la que la verdad queda corrompida constantemente por quien habla.
Rashomon es una entrada para el disfrute cinematográfico con una historia excelentemente construida, una invitación para que el espectador reflexione sobre su propia existencia y, al mismo tiempo, un reto para la interpretación filosófica. Rashomon nos interpela: ¿Cómo podemos juzgar un evento cuando las historias sobre los hechos están llenas de ambigüedades? ¿Se puede conocer la verdad de las acciones a través de las narraciones? ¿Es el hombre incapaz de decir la verdad? ¿Es más fuerte el egoísmo y el beneficio propio que el amor a la verdad? Kurosawa, como buen artista, plantea más preguntas con su obra que parece ofrecer repuestas y encumbra a Rashomon, como todo buen cine, a ser una pregunta abierta, siempre provocativa, a los ojos del espectador inquieto de todos los tiempos, ansioso de buscar respuestas y sentido a su existencia. En general, el conjunto de la obra de Kurosawa es una constante meditación sobre la compleja dualidad de los seres humanos, capaces del mal, pero también de obrar el bien. Este es, probablemente, su gran logro y una de las razones por la que se le considera ya un clásico.
Mucho se ha hablado sobre la relevancia de Rashomon en la filmografía de Kurosawa y en la Historia del Cine, sobre todo, por ser la auténtica piedra angular de la entrada del cine asiático en Occidente. Gran parte del interés que despertó esta película en Occidente viene dado sobre todo por este estupendo manejo del lenguaje audiovisual para trasmitir las contradicciones del ser humano, algo que da a la obra de Kurosawa ese sello artístico incuestionable a la vez que humanista. Como diría Fay Kanin, coautor de una adaptación de este film en 1959: “Rashomon es más que una película. La palabra se ha convertido ahora en lenguaje”1.
En concreto, el centro de este artículo es la reflexión sobre el papel del tiempo y de la subjetividad de las perspectivas en Rashomon, aspectos que se consideran decisivos en la filmografía de Kurosawa y que explicarían su influencia en obras fílmicas de autores tan dispares como Kubrick (Atraco perfecto), Alan Resnais (Muriel) o Bryan Singer (Sospechosos habituales). La intención de un estudio sobre el tiempo no es otro que poner en evidencia la utilización del multiperspectivismo y los flashbacks para transmitir la insinceridad de los relatos articulados de la película. En primer lugar y a modo de contextualización, nos acercaremos al impacto internacional que tuvo esta obra en el momento de su estreno analizando la cobertura que la prensa europea y americana hizo sobre la película y la obra de Kurosawa. Ejemplificará la recepción de Rashomon por parte de un colectivo con bastante influencia sobre el público general. Después, se pasará a analizar el tratamiento del tiempo en este filme, para terminar ofreciendo algunas reflexiones sobre el conocimiento de la verdad cuando las narraciones son “mentirosas”, la gran pregunta latente en el texto fílmico de Kurosawa.
GRANDÍO, María del Mar (2010). "Tiempo y perspectiva en la película Rashomon de Akira Kurosawa”. Vivat Academia. nº 111.

No hay comentarios:
Publicar un comentario