A T M Ó S F E R A
MATERIAL DEL JARDINERO DIGITAL.
CRISTINA DÍAZ MORENO + EFRÉN GARCÍA GRINDA.
Por todo ello en los últimos años en nuestra oficina hemos estado interesados en trabajar en sistemas que disipan, consumen y captan energía de forma dinámica en forma de sistemas ambientales. Lo que entendemos por espacio pasaría así a ser un conjunto de percepciones ligadas a efectos ambientales generados a través de la gestión de diversas formas de energía. Es decir, trabajar involucrando la entera configuración del edificio en la producción de ambientes. De esta manera, nuestra producción sería tecnología ambiental apenas visible, sistemas técnicos que inducen efectos espaciales, ambientales y visuales, y que desplazan el interés por el objeto a aquello que se consigue; es decir, el efecto. Se pasaría así de un sistema de relación entre objetos, en el que su posición, tamaño y demás atributos formales generan un sistema que trabaja por figura, asociación y disposición, a otro basado en la creación de sistemas ambientales a escala reducida, regulados mediante secuencias de órdenes. Sería posible entonces trabajar con la intensidad de los estímulos, con estados alterados y diferentes niveles de percepción. Todo ello a distintas escalas, desde la macroscópica a la del paisaje.
Este apresurado repaso nos induce a pensar que la producción de ciudad y de paisaje no están reclamando más que un cambio radical de estrategias, instrumentos y modos de conformar la realidad semejantes, por no decir idénticos, a los que la tecnología digital y esa nuevo acercamiento a la naturaleza nos reclaman.
Podríamos pensar entonces si las categorías de ciudad, paisaje o infraestructura, pertenecientes a otros tiempos, pueden combinarse en una nueva. Algo que contenga el germen del paisaje en su extensión y sus materiales, que pueda materializarse a través de las técnicas desarrolladas para la creación de entornos artificiales y la cruda eficiencia de las infraestructuras. Algo que pudiera dotar de nuevo significado a la disciplina que trata de los fenómenos urbanos; que pueda resituarla fuera de la ciénaga normativa del urbanismo occidental. Algo que nos gustaría llamar arquitectura infraestructural del paisaje. Y que nos permita mirar con curiosidad distanciada a la época en la que existían acumulaciones de materiales y sistemas técnicos que se llamaban edificios. Nos podríamos preguntar qué pasaría si injertáramos de forma masiva en nuestros paisajes artificiales leyes de sucesión y crecimiento natural, y también geometrías y leyes generativas de entornos artificiales. Bienvenidos a una ciudad infraestructural de cualidades naturales, paisajes materiales artificiales, evolucionados y cultivados como si se tratara de organismos vivos, que han sustituido el papel de lo que se llamaba arquitectura.
Y si pensamos así, se nos ofrece todo un excitante panorama que incluye la misma mutación de los sistemas de trabajo y cooperación, de adquisición de conocimientos y desarrollo de herramientas; y comprenderemos que la ciudad -o el paisaje nos están haciendo una llamada a la acción urgente y entusiasta; que la ciudad podría ser un excitante laboratorio a tiempo real de Infraestructura Ambiental.
Cristina Díaz Moreno + Efrén García Grinda
Texto basado en la intervención “Notas sobre la transformación de
la materia”, La Coruña, marzo de 2004.
